Cuando leí que derramó sobre él su perfume de alabastro;
que con sus lágrimas y cabellos enjugaba los pies de Jesús.
Supe que ella entendió, obedeció y agradeció después de que él le dijo:
Ni yo te condeno, anda, vete y no peques más.
Juan 12:1-3 Mateo 26:7, Marcos 14:3, Lucas 7:37
Deja una respuesta